Situada en el centro de las crestas calizas de Solapenalba, está ELLA;
cual hada o xana que emergiendo del majestuoso hayedo del Coto de la Buena
Madre, se deja ver cada atardecer, cuando la luz del ocaso deja entrever la
silueta de su torso, mostrando así su perfil izquierdo, con la melena recogida
por un pañuelo anudado sobre su cabeza, y, colgando ambos sobre la roca.
Sentada en esa arista, parece mirar a Gúa, y, a las magníficas piedras
de cantería que en el pasado sostuvieron el Monasterio de Las Bernardas, y que
hoy, aparecen desperdigadas por todas
las casas del pueblo. La ubicación inicial de ese Monasterio fue aquí, en el
Coto, próximo al puente de San Miguel, lugar desde el que se trasladó a Gúa.
Allí estuvo hasta el siglo XII, cuando, tras arrastrar una vida lánguida y
decadente (hay que recordar que su Abadesa Dª Inés de Miranda, era doblemente
MADRE, pues además de Madre Superiora en el Monasterio, tenía 3 hijos, fruto de
una tormentosa relación con D. Alfonso López de Tineo. Nada extraña pues la vida del Monasterio) se
clausuró, para ser trasladado a Vega de Espinareda en León, primero, y,
posteriormente a Avilés.
Que esa figura femenina, asome justo ahí, entre Gúa y El Coto, con cada
puesta de sol, es curioso y llamativo,
para quienes conocemos esa pequeña parte de nuestro pasado, de nuestra
historia. Cuando ELLA no quiere ser
vista, se oculta bajo sus 2 mantos: el blanco de la niebla, y el negro de la
noche.
Los padres de Dª Inés se negaron a consentir el matrimonio de su hija, comprándole
el cargo de Abadesa en el Monasterio, lugar en el que ella vivió con sus 3
hijos. Tras su cierre y traslado, a Dª Inés de Miranda, la compensaron
generosamente con las propiedades que el Monasterio tenía en El Coto para que
criase a sus hijos (lo que hoy es Pola, la capital del concejo, en el pasado eran 2 pueblos: San
Pedro y Pola, pertenecientes los 2 junto a Urria, El Valle y El Coto, a la
parroquia de San Miguel, en El Coto; era la parroquia más rica de Somiedo).
Desconozco el lugar exacto en el que vivió Dª Inés en Somiedo, aunque es fácil
deducir que haya sido aquí, en El Coto, pues desde entonces el pueblo pasó de
llamarse El Coto, a ser, El Coto de la Buena Madre. Gracias por regalarnos el
nombre más bonito del mundo.
Se sabe que su hija se casó en
Cangas del Narcea, lugar en el que Dª Inés vivió sus últimos días, y, que sus
dos hijos varones quedaron en Somiedo. Uno de ellos en El Palacio, donde el
apellido Flórez estuvo ahí hasta hace
relativamente poco tiempo.
Un día buscaré a los descendientes de Dª
Inés en Cangas del Narcea. Allí todavía hay muchos con el apellido Flórez.
El otro aquí, en El Coto. El de El Coto pudo vivir en la casa de
Robledo, hoy en ruinas, pues se sabe que el propietario de la misma, lo era también
de todos los terrenos desde el pueblo hasta el puente de San Miguel. De esa casa
vinieron mis antepasados a la casa en la que vivo hoy, en el año 1851. El apellido
Flórez, se conservó en mi familia hasta una de mis bisabuelas, Mª Antonia
Álvarez Flórez, nacida en 1854. La casa, dicen las escrituras, era la mejor
casa del pueblo, y la de mejor cimentación, la venden las hermanas Argüelles
Miranda : Rosalía, de Begega, Genara, de San Martín de Luiña, y Vicenta, de
Almurfe (del Palacio), a mis tatarabuelos: Isabel Álvarez Cienfuegos y Lázaro
Flórez.
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1 comentario:
Bella manera de contar una hermosa historia.
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