Recién llegados de California y casi sin tiempo para descansar del viaje, el pasado día 5, mis amigos Diana y Armand, participaban en la cuarta edición de La Batallona.
Habituados a correr, él sobre asfalto, y ella por montes sin piedras, en las colinas de San Francisco, terminaron la carrera como si fuese un paseo, sin mostrar signo alguno de cansancio.
http://www.labatallona.com/
Debido a la diferencia horaria y al breve tiempo que duró la inscripción para Asturias, no pudieron participar con la camiseta azul, y, corrieron acompañando al equipo leonés (Como por arte de magia, 2 camisetas azules llegaron a sus manos en otoño, y poco después Armand participaba en la maratón de San Francisco con una de esas camisetas, y a la vez promocionando Somiedo y la Batallona en USA. En enero corría con esa misma camiseta azul en Hawai, haciendo podio; dice que la camiseta le da suerte) Me alegro por ello.
Apenas tres días en Asturias, y 48 horas de vuelos, trasbordos y esperas en los aeropuertos, que, en su opinión valieron la pena, para venir a Somiedo y participar en La Batallona.
Prometieron volver para conocer Somiedo con calma; pueblo a pueblo; braña a braña; ruta a ruta.
Toda mi gratitud por haber venido, y mi enhorabuena por haber conseguido lo que para muchos de nosotros es un imposible, correr esos 23 km. Ellos y su fuerza demuestran, que si se quiere, se puede.
A pesar de despropósitos como el cambio de una señal en Camayor, obligando a algunos participantes a desviar el recorrido y correr 3 km más.
Una vez más, comprobé el civismo y respeto al medio ambiente de los corredores, cuando muchos de ellos me daban la botella de agua que habían cogido en el anterior avituallamiento; corriendo desde El Valle al Coto, con la botella vacía en la mano. Pequeños, y a la vez grandes y significativos gestos.
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