Turberas altas.

 Ocupando solo el 3% de la superficie del planeta, contienen el 30% del C0 2.

   El volumen de carbono acumulado en todas ellas, equivale al que hay en toda la atmósfera, e incluso es superior a la cantidad almacenada por todas las masas forestales.

   Las turberas son ecosistemas característicos de ambientes lacustres y frios que ocupan grandes extensiones en los paises nórdicos. En Asturias ocuparon grandes espacios durante la glaciación. Hoy, son enclaves singulares vestigios de ese pasado y grandes reservorios de agua para rios, pues lo esfagnos retienen el agua y la sueltan lentamente durante varios meses. Hay 2 tipos: bajas y altas, éstas, de esfagnos con musgos del género Sphagnum, que van creciendo lentamente en la parte apical mientras la parte baja muere formando un entramado fibroso e hinchado de agua, similar a una esponja.

    Su formación se debe a la lenta descomposición de la materia orgánica y, la acumulación de turba puede alcanzar varios metros de espesor. Su crecimiento se calcula entre 1/2 y 10 cm de espesor cada 100 años.

Por la rareza y singularidad de su flora, su conservación es primordial para el mantenimiento de la biodiversidad.

 Son, además de una herramienta muy útil para estudiar el clima y la vegetación del pasado, ese gran e intocable almacén de carbono. La prueba más clara de que la naturaleza se regula sola y no nos necesita.

En las turberas asturianas hay elementos florísticos de origen boreal; esas plantas sobrevivieron solo en reducidos enclaves de alta montaña. Hay especies carnívoras como las Droseras rotundifolia, ánglica y longidofolia. Se encuentran en Vega Cimera próximas al Puerto de Somiedo.

Hay también Utricularia menor, Triglochim palustres, gran cantidad de hongos con especies nuevas para la ciencia, tritones, salamandras rabilargas, etc..