Se celebraba lo que en principio iba a ser una jornada micológica más, solo que ésta vez: a la francesa. Con el champán gran reserva de aperitivo: una copa, dos, tres... Después lógicamente vinieron algunos dolores de cabeza, predisposición por parte de alguno hacia las tumbonas más que a la salida al campo, otro que aparentaba un paparazzi al acecho, cuando en realidad quería fotografíar una araña entre las ramas del tejo...
Menos mal que los más científicos y aplicados se dedicaron a lo suyo, a recoger hongos para luego investigar, fotografiar y ampliar así esa ya abundante colección. El libro presentado en Diciembre, Biodiversidad Fúngica del Parque Natural de Somiedo, ya les queda pequeño.
Ya al atardecer, como siempre, Jesús busca y luego nos acerca a todos al cielo a través de ese gran ojo artificial... Así pudimos ver a los rebecos cresteando por Sierra Palombera, cerca del rayadoiro, jugando al escondite con nosotros: ahora me ves, ahora me escondo... Damos entonces un giro de ciento ochenta grados y de nuevo al lado del cielo, allá arriba, en el Pico Alto, a casi dos mil metros, nos esperan cinco venados-as, no se apreciaba la cornamenta que está creciendo, paciendo, paseando, rumiando tumbados plácidamente. Aprovechando los últimos rayos de sol del atardecer, previos a LA ROTURA DE GLORIA, gracias Juan.
Hermosa, tranquila y muy cálida tarde entre amigos y risas. Siempre hay uno dispuesto a ponerle sal a la vida..., no importa que sea fina o gorda.
Se acerca el verano...
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