Días largos, largos y primeras noches cálidas de un verano que se resiste a llegar, atardeceres llenos de olores, sonidos y murmullos:
· Corzos por un lado,
· Ladridos de Papón por otro,
· Esquilas tintineando en la Chomba,
· Colirrojos comunes cantando y danzando del nido al nogal, y, vuelta al nido bajo el corredor,
· Muchos grillos,
· Olor a metano tras regar las hortensias y mojar el corral,
· Aroma dulzón de la flor del sabugo.
Olores y sonidos de naturaleza viva, a veces superada por los de el amanecer.

El domingo la feria de S. Pedro en El Puerto; cuando pasé a media tarde únicamente quedaban dos camiones perdidos entre la niebla que descendía del Putracón. ¿ Será la misma feria que yo conocí de niña ?; me dicen que como siempre, muchas vacas, muchos puestos, mucha gente y supongo que muchas meriendas. ¿ Seguirán llevando las tortillas con las patatas nuevas, la cecina rebozada y el lacón cocido…?
Era obligado comprar los sombreros de paja para el verano, alguna riestra de ajos, las herramientas necesarias y sacos de castañas mayucas, para hacer potes diferentes en el verano.

Tampoco faltaba al regreso la parada en La Pola, para tomar algo y hablar de la feria.
Nunca olvidaré aquel día cuando estábamos en el Peñavera entonces regentado por una familia alemana y D. Hilario nos invitó a todos los nenos-as del pueblo a tomar algo, nos preguntaba uno a uno, e iban pidiendo, fanta, mirinda o coca-cola, la cual yo nunca había probado y por no atreverme a hablar y pedirla, dijo el cura, para ti, fanta también; no sé cuando la probé después, pero recordaré siempre el día que no la tomé.
· Corzos por un lado,
· Ladridos de Papón por otro,
· Esquilas tintineando en la Chomba,
· Colirrojos comunes cantando y danzando del nido al nogal, y, vuelta al nido bajo el corredor,
· Muchos grillos,
· Olor a metano tras regar las hortensias y mojar el corral,
· Aroma dulzón de la flor del sabugo.
Olores y sonidos de naturaleza viva, a veces superada por los de el amanecer.

El domingo la feria de S. Pedro en El Puerto; cuando pasé a media tarde únicamente quedaban dos camiones perdidos entre la niebla que descendía del Putracón. ¿ Será la misma feria que yo conocí de niña ?; me dicen que como siempre, muchas vacas, muchos puestos, mucha gente y supongo que muchas meriendas. ¿ Seguirán llevando las tortillas con las patatas nuevas, la cecina rebozada y el lacón cocido…?
Era obligado comprar los sombreros de paja para el verano, alguna riestra de ajos, las herramientas necesarias y sacos de castañas mayucas, para hacer potes diferentes en el verano.

Tampoco faltaba al regreso la parada en La Pola, para tomar algo y hablar de la feria.
Nunca olvidaré aquel día cuando estábamos en el Peñavera entonces regentado por una familia alemana y D. Hilario nos invitó a todos los nenos-as del pueblo a tomar algo, nos preguntaba uno a uno, e iban pidiendo, fanta, mirinda o coca-cola, la cual yo nunca había probado y por no atreverme a hablar y pedirla, dijo el cura, para ti, fanta también; no sé cuando la probé después, pero recordaré siempre el día que no la tomé.