Por fín llegan los días largos, largos, y con ellos: más horas de luz, más sol y más calor. Consecuencia directa de todo ello, es el comienzo de la maduración de la fruta.
En otros países y a otras latitudes, la floración, formación y maduración de las frutas, siempre en femenino, se produce en tan solo dos meses de eterno verano. Debe ser bonito vivir allí esa etapa, y, por supuesto, mucho más que los largos inviernos.
Aquí el proceso es más lento, también la fruta vive slow, pudiendo ver árboles floridos en Marzo, Abril y Mayo, y ya, en éste mismo mes, algunas frutas se llenan de color....
Comienzan así los desayunos al aire libre que pueden durar hasta bien avanzado el otoño: fresas, meruéndanos, grosellas, muchas frambuesas, arándanos, moras, cerezas, guindas, peras, ciruelas, endrinas, manzanas, uvas, avellanas, nueces..., pronto habrá higos y membrillos...Solo se me resisten los melocotones y albaricoques. Seguiré intentándolo.
El olivo y el mandarino, a éstas alturas y con estos inviernos, no pueden dar fruta, pero estan ahí. No puede haber un "güerto sin olivo".
Los paseos matutinos por el prao se alargan cada vez más; antes de que caliente el sol, escuchando los mil sonidos de los pájaros y el leve murmullo del río.... y saboreando la fruta fresca, recién cogida. Mmmmmmmmmm.
Toca reponer vitaminas.
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