MI PARAÍSO...

MI PARAÍSO...
Es ese lugar para soñar...al atardecer, viendo las puesta de sol en las largas y cálidas tardes de verano, a la sombra de la parra, degustando lo que cada uno quiera. Relajados sobre una mullida manta extendida sobre la yerba. En las cómodas tumbonas y hamaca, a la luz de las velas, con buena música, o escuchando el silencio, o los sonidos de la naturaleza. DISFRUTANDO.

lunes, 3 de marzo de 2008

L´airón que m´emburria,





Espantapájaros o espantuyus nos llamaban. 
Ahora estoy solo, sin familia, sin las mozas del pueblo y sin los paisanos ; los pocos que quedan ya jubilados, ni trabajan las tierras, ni se acuerdan de mí, ni de mi nombre.
 Pero yo sigo aquí, con mis ropas ajadas por el sol y la lluvia y mis remiendos. Esperando ese airón que m´emburria cada día, para así poder espantar la multitud de pájaros que se acercan a esta tierra, la única del pueblo en la que se cultiva casi todo; estoy atareado, echo de menos a mis parientes, aquellos años en los que estábamos uno o dos en cada tierra. Cuando las familias de las treinta casas del pueblo tenían varias tierras sembradas a trigo y escanda, o maíz y patatas. Nosotros estábamos por la cabén, sufreisno, la roza, las llamas, la reguera, la moral, valdelateja, tras de la iglesia, sucasa, la xurera, los ameixones, fuexo, la portilla, san miguel, san claudio, la molinera, entelmolín, etc..., acompañados por las mozas de todas las casas que sallaban el trigo en las frías mañanas de Marzo, y lo arriandaban en Junio.
 Así cada día, hasta que el sol pasaba por el ralladoiro..., era la hora de ir a comer. No había relojes ni prisas.
Después de la siesta volvían cantando y nosotros ahí, viendo pasar el tiempo: Días, meses y años..., mudos testigos de una agonía que también nos alcanzó. Ahora estoy solo en esta tierra de tras de la iglesia. Solo en el pueblo. Solo en la parroquia. Solo en este hermoso valle.


De todos los cereales de invierno cultivados en Asturias el trigo ocupaba el primer lugar, con importancia superior a todos los demás juntos, siendo en la zona occidental en la que se obtenían las más importantes cantidades de éste grano. Las superficies sembradas eran, 4.600 hectáreas en 1967, descendiendo a 1.125 en el año 1.979. Las cosechas en Asturias fueron de 109.560 quintales métricos en 1.950 y 103.500 en los años 53 y 56.
Según González Llana, el trigo y la escanda soportan perfectamente los rigores de un largo invierno, y a no venir heladas tardías que los cojan en flor, o nieblas al tiempo de la formación del grano, se obtienen en Asturias cosechas tan abundantes como en cualquiera otra comarca de las más renombradas en la producción de trigo. Esta producción es de más de 32 fanegas mayores por hectárea, producto que muy rara vez se obtiene en los mejores terrenos de Castilla. La cotización de éste grano es del doble al triple del usual en otras provincias, como consecuencia de su mejor calidad tanto para la panificación como para la siembra. Aún así, aquí prácticamente se abandonó su cultivo.

El maíz llegó a Asturias en los últimos años del siglo XVI, convirtiéndose poco después en el principal cultivo.
La superficie cultivada de maíz en el occidente asturiano en 1.964, era de 23.964 hectáreas.

Cuando España entró en la Comunidad Europea, en 1.986 quedó englobada en el acuerdo por el que se importarían de Estados Unidos, 2 millones de toneladas de maíz.

Empezaron a sobrar las tierras, y con ellas nosotros los espantuyus.

En la década de los 70, se produce el mayor movimiento migratorio del siglo en los pueblos asturianos; con el cierre de todas las escuelas, como consecuencia de las concentraciones escolares, familias enteras abandonan los pueblos hacia el centro de la provincia principalmente.



Ahora, desde Europa dicen que quieren conservar el paisaje tradicional, cuando en muchos pueblos ya no queda. 
También van a subvencionar a los mantenedores de ese paisaje, que tampoco quedan. Quieren fijar la población en el mundo rural, con carreteras, internet, etc…, cuando en algunos casos ya no queda población o la que hay, está envejecida. Sin el relevo generacional, desaparece todo. 
Lo triste es que con ellos se pierde un importantísimo patrimonio etnográfico, cultural, paisajístico, histórico, la toponimia de cada pueblo, sus costumbres, y todo un modo de vida…

Claramente, la mujer y el hombre rurales deberían ser los nuevos elementos protegidos.























A Servando el vecino,
le gusta entretenerse haciendo alguna riestra
con éste maíz que yo cuido,
y la hace con bilortera.
Como siempre.

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