MI PARAÍSO...

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martes, 20 de septiembre de 2011

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Las sendas de la trashumancia

León cuenta con 2.235 kilómetros de vías pecuarias, con las cabeceras de tres cañadas reales, un recurso turístico olvidado cuyo deslinde y amojonamiento está incompleto.

ANA GAITERO | LEÓN 19/09/2011
«Donde haya cañada real no te vayas por el matorral», dice un viejo refrán de pastores que pone el acento en el valor que las vías pecuarias han tenido durante siglos para la trashumancia. La provincia de León cuenta con 2.235 kilómetros de cañadas, veredas, cordeles y coladas que ocupan una superficie de 6.080 hectáreas. Son algo más del 1% de los 125.000 kilómetros y las 425.000 hectáreas por los que se expanden las sendas de la trashumancia en España.
León, además, es la cabecera de tres de las nueve cañadas reales que atraviesan España de norte a sur. Se trata de la Cañañada de La Vizana o de la Plata, que surca cuatro provincias en su recorrido de 488 kilómetros, la Cañada Leonesa Occidental, que se extiende a lo largo de 652 kilómetros desde León a Badajoz, y la Cañada Leonesa Oriental, la más larga, con unos 760 kilómetros. Cada una de estas cañadas sale de León por una provincia diferente: Zamora, Valladolid y Palencia, respectivamente.
La Ley de Vías Pecuarias, de 1995, protege a las cañadas, cordeles y veredas como los itinerarios dando prioridad al tránsito de ganado al tiempo que permite otros usos que se inspiren en «el desarrollo sostenible, el respeto al medio ambiente, al paisaje y al patrimonio natural y cultural». Jurídicamente, las vías pecuarias son «bienes de dominio público de las Comunidades Autónomas y, en consecuencia, inalienables, imprescriptibles e inembargables».
La ley encarga a las Comunidades Autónomas regular el uso de las vías pecuarias, asegurar su adecuada conservación así como la de otros elementos «culturales valiosos» y garantizar su uso público. Por ello son las responsables de investigar los terrenos, clasificar, deslindar, amojonar y desafectar las vías pecuarias.
Sólo bajo razones de interés público se permite cambiar el itinerario de estos caminos que se forman parte de la herencia de la trashumancia de ovejas, sobre todo merinas, entre las dehesas de Extremadura y los puertos pirenaicos leoneses.
La trashumancia a pie terminó definitivamente a mediados del siglo XX con el auge del ferrocarril. En los primeros años de la centuria se estrenaron los embarcaderos de ganado en la estación de Astorga para el traslado anual de los rebaños a los puertos de la Montaña Occidental (Babia y Laciana).
Posteriormente se usaron también las estaciones de Valcabado del Páramo y La Bañeza, también en la línea Astorga-Plasencia, y de Villadangos, en la línea León-Monforte, que dieron servicio a las cabañas que pastaban en la Montaña Central.
A partir de los años 50, las estaciones de Campo de Santibáñez y Villamanín se convierten en los embarcaderos idóneos para la montaña occidental y central y El Burgo Ranero e incluso la estación de Palencia para los rebaños que alquilaban pastos en la montaña oriental, la última en abandonar la trashumancia a pie, apunta el experto Manuel Rodríguez Pascual.
Pastores y ganados trashumantes, con los enseres a cuestas, hacían cada año dos viajes entre Extremadura y León que duraban entre 24 y 31 jornadas. Ahora algunos de los tramos de estas cañadas son usados por las cabañas transterminantes entre la montaña leonesa y los páramos y riberas de la provincia. «Apenas el 25% del trayecto lo hacemos por cañada, ya que están desapareciendo», señala uno de estos ganaderos, Rubén Valín.
La Junta ha clasificado 22.000 kilómetros de los 32.000 de vías pecuarias que tiene Castilla y León, con una superficie que supera las 100.000 hectáreas, a un ritmo de 150 kilómetros por año, según apunta el director general de Medio Natural, José Ángel Arranz. Cada año se deslindan una media de 125 kilómetros de vías pecuarias, especialmente en las cañadas reales, y se amojonan unos 100 kilómetros.
Sin embargo, Castilla y León no ha desarrollado una normativa propia para las vías pecuarias, al contrario que en otras comunidades autónomas como Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Extremadura, Navarra y Madrid. «Se hizo un borrador de ley, pero está aparcado porque la ley nacional es muy rígida y da poco margen», añade Arranz. La Junta ha pedido un cambio de esta ley.
Tampoco se ha planteado un aprovechamiento turístico específico de las vías pecuarias por parte de la administración autonómica. «Hay usos alternativos al paso del ganado, cada vez más en declive, muy interesantes y estamos abiertos a cualquier propuesta», agregó el responsable de Medio Natural. Arranz aludió a las dificultades para esclarecer y mantener un patrimonio «cuya extensión es mayor que el parque de Picos de Europa».
En Andalucía, además de un marco normativo propio, cuentan con un Plan de Ordenación y Recuperación de Vías Pecuarias que contempla tanto su tradicional función ganadera como usos turísticos y medioambientales, para potenciar su papel de corredores ecológicos y de conexión entre espacios naturales.
La Comunidad de Madrid tiene 74 rutas señalizadas a partir de la red de caminos y sendas de las vías pecuarias. Cuenta con guías específicas para realizar senderismo, rutas a caballo y en bicicleta por el trazado de las cañadas con mapas y ortofotografías, todo ello centralizado en viaspecuariasdemadrid.org.
En Castilla y León, el portal turismocastillayleon.com incluye las nueve cañadas que atraviesan la Comunidad entre las grandes rutas con una breve descripción pero sin mapas.
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