MI PARAÍSO...

MI PARAÍSO...
Es ese lugar para soñar...al atardecer, viendo las puesta de sol en las largas y cálidas tardes de verano, a la sombra de la parra, degustando lo que cada uno quiera. Relajados sobre una mullida manta extendida sobre la yerba. En las cómodas tumbonas y hamaca, a la luz de las velas, con buena música, o escuchando el silencio, o los sonidos de la naturaleza. DISFRUTANDO.

martes, 20 de mayo de 2008

Chuecas, chocarinos, esquilas y badajos…





    Lo que permanece de momento, a pesar del éxodo del mundo rural y el ritmo decreciente de su población, es el uso ganadero vacuno en estos abundantes pastos calizos.
    Hace años, las casas eran pequeñas, como las ganaderías, y, las familias grandes, así como las tierras de cultivo que las alimentaban.
    Hoy las casas son cada vez más grandes, las familias mucho más pequeñas, las tierras de cultivo abandonadas y los pocos ganaderos que sobreviven, lo hacen con un número inmensamente mayor de vacas; ¿excesivo en algunos sitios, si sus gases contaminan tanto como nos dicen ahora???


    Huyendo de los cada vez menos duros inviernos, nuestras listas vacas al igual que sus ascendientes-as, las vacas de los vaqueiros, alzan a valles más bajos y cálidos, incluso al centro de la provincia. 100 vacas de Somiedo al lado de Villabona y el ganadero se queda aquí en Perlunes, EL MUNDO ESTÁ UN POCO AL REVÉS.


¿ Desaparecerán así los Vaqueiros?


   Si pagan para que se prejubilen, para que dejen de producir, si los xatos se ceban en Zaragoza para que vuelvan bien ¿hinchados?, e importamos los excedentes de ¿leche? de Francia, ¿no habrá alguna mente despejada que pueda despejar esta incógnita ?

   De momento y a la espera de un futuro incierto, aún es posible ver grandes rebaños de vacas roxas en los prados y en las brañas con sus inseparables chuecas y esquilas, rompiendo el silencio de los valles.


   Cuando se oía una esquila o una chueca, reconociendo el sonido, sabíamos de qué casa eran las vacas que se acercaban o pasaban.



Todas iban hermosas adornadas con sus collares y colgantes, aunque sin pendientes...


Al llamarlas, siempre vienen a por su puñado de sal.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu sensibilidad es única. Aprecias los instantes y las pequeñas cosas en donde realmente habita la felicidad.
Un abrazo.
celia

Anónimo dijo...

¿tu crees?, si unicamente hace falta abrir los ojos, mirar , ver y disfrutar cada momento; la belleza está en todas partes, esperando ser vista, la felicidad son breves instantes, que si acumulamos día tras día en nuestro corazón, pueden llegar a hacerlo rebosar y ayudarnos así, a hacer felices a los demás, si tan solo quieren un pedacito del nuestro. Muchos pedacitos de muchos corazones por ahí volando, tal vez harían un mundo mejor, debemos atraparlos siempre que pasen. Realmente necesitamos muy poco para ser felices.
Gracias por tus comentarios, un beso,
Rosalía