MI PARAÍSO...

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Es ese lugar para soñar...al atardecer, viendo las puesta de sol en las largas y cálidas tardes de verano, a la sombra de la parra, degustando lo que cada uno quiera. Relajados sobre una mullida manta extendida sobre la yerba. En las cómodas tumbonas y hamaca, a la luz de las velas, con buena música, o escuchando el silencio, o los sonidos de la naturaleza. DISFRUTANDO.

jueves, 12 de diciembre de 2019

ALIMENTOS DEPRECIADOS I

Recuperación de cultivos tradicionales:


   Desde hace unos años, en mi huerto, cultivo de forma ecológica y tradicional legumbres que eran habituales aquí hace varias décadas como, garbanzos, lentejas, fabas, guisantes, o las ya olvidados, PERICUELOS.

   Estos son similares a los guisantes en tamaño y color, pero nunca redondeados; siempre tienen varios picos:




Pericuelos secos a la izquieda, y 3 ya rehidratos y listos para cocer, o sembrar a la derecha.

Guisantes cosechados aquí, a la izquierda, y los comprados, diminutos y parece que hechos a máquina, a la derecha.


    Desconozco si el valor alimenticio de las dos legumbres es el mismo, y si los pericuelos pueden tomarse frescos y tiernos en ensalada, antes de que sus azúcares se transformen en almidón, como los guisantes. Antes debo cultivar más y aumentar la producción.


 En el siglo XX hemos perdido el 75% de la variedad mundial de cultivos. Realmente cuesta creer que haya tanta hambre, con tanto terreno improductivo, tantas manos sin trabajar, y a la vez nos permitamos el lujo de dejar de cultivar las 3/4 partes de los alimentos que se consumían hace unos años. 

Paradojas que no deberían existir, en mi humilde opinión. 

      Además de las legumbres, recuperé maíz de una variedad que estudiaron en el CSIC en Pontevedra, para ellos desconocida por ser muy antigua, y lino, como puede verse en la foto siguiente:


    Cuando era pequeña y vivía aquí en El Coto, tal vez tuviese carencia de algunos alimentos, aunque no recuerdo haber pasado hambre jamás. Tiempo después, ya adolescente, y habiendo conocido más alimentos y más variados, pensaba que si un día no podía comer alguna cosa, podría ser cualquiera menos el rico chorizo, cuyo sabor permanece en mi memoria desde la infancia, (al igual que los olores). 
   Hoy, estoy convencida de que podría prescindir de cualquier alimento, pero me costaría adaptarme a vivir sin  comer pescado de mar. Sobre todo, porque es algo que yo no podré producir ni elaborar nunca con mis propias manos, y, al paso que vamos, esquilmando todo...





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